sábado, julio 10

personajes

ayer conocí a Raúl y Marisa, una pareja Argentina en viaje de placer por Italia, portadores sanos de "treintaipico" de años cada uno. Me habían escuchado en la radio charlando con Víctor Hugo y teniendo un solo día para estar en Venecia decidieron escribirme. No es la primera vez que me toca decidir lo " imperdible de Venecia en velocidad express". Una idea alimentada por sugerencias fáciles tipo "con un día alcanza", "está todo-junto" las mismas que confunden la ciudad con una guarnición de la plaza San Marcos y que insisten con eso de "mejor dormir en tierra firme". En otra oportunidad me ocuparé de aclarar estos interesados prejuicios, pero hoy estamos con Raúl y Marisa. La simpatía y la alegría de andar por aquí pusieron la base a todo y teniendo poco tiempo cuando tocó elegir, con el mapa  en la mano Raúl sentenció: " yo lo que quiero ver son los lugares esos que te hacen soňar... Venecia!". Y con la sencillez del obvio acepté la responsabilidad y salimos a caminar.  El itinerario fue naciendo solo, una especie de juego alimentado por la sorpresa y el entusiasmo de los dos que, con sensibilidad atenta, no se dejaron pasar nada: comentarios,caminatas, góndola para cruzar el canal, iglesias, cafés, terrazas, spritz, pizza al paso, frutas en el puente, fotos recuerdos, souvenirs varios ... Todo rigurosamente a contramano de la rutina  tradicional turística. Con las  luces de la noche terminamos de cumplir nuestro plan, llegando a la Plaza San Marcos, a esa  hora bendita en la cual los miles de turistas se han ido, el vacío se vuelve confortable y las orquesta suenan perezosas para los afortunados que eligieron quedarse a dormir en la isla. Hablamos de la historia como si fueran un par de parientes chismosos que descubren las andanzas secretas de los abuelos. La hora del "arrivederci" se llenó de abrazos y risas y cuando me fuí caminando reconocí la agradable sensacion de la misión cumplida. Antes de perderme entre los arcos, me dí vuelta para un último vistazo y llegué a reconocerlos, abrazados en una única silueta divertida, bailando en medio de la plaza y de un montón de siglos protectores. Para encontrar sueňos... nada mejor que un par de soňadores...

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