lunes, julio 12

lunes 12 de julio (-5)

hoy lunes todos han decidido  si el sábado cenarán en tierra o en agua. Dos escuelas de pensamiento distintas, que contaré entre hoy (tierra) y mañana (agua).
La opción de cenar en tierra tiene una larga tradición en la Isla de la Giudecca. En toda la costa y a los lados de la Iglesia del Redentor se arma prácticamente una mesa continua de parientes, amigos, tablones y caballetes. Allí disfrutan de una vista especial sobre los fuegos, y es la forma favorita de los amantes de la comodidad, la buena mesa, y el brindis sin límite. Muy indicada también para las familias numerosas con abuelos y niños incluídos. En este caso lo que resulta imprescindible es tener algún amigo, pariente o conocido que viva en la Giudecca y se ocupe de armar la mesa a tiempo.
Sin la buena vista, pero con el mismo espíritu comunitario están los que ocupan una calle veneciana cualquiera poniendo de acuerdo amigos y vecinos. La calles transformadas en salones de fiesta reúnen la gente mas insólita y generalmente muy divertida. Suelen ser vecinos, compañeros de trabajo, miembros de un club o grupos espontáneos que se juntan para pasarla bien . Lógicamente es de gran importancia el estilo de la calle en cuestión y la decoración con faroles y velas puede ser la clave del éxito de la fiesta.
 Los que cenan en tierra suelen tener: un número variable de participantes, cierta flexibilidad de horarios, bebidas realmente frías y una mayor libertad de movimiento, ir a ver los fuegos después de cenar depende de las ganas y del número de barcas disponibles. Las complicaciones suelen ser siempre en la organización previa, pero una vez que se pone la mesa todo se vuelve fácil y la buena onda general se ocupa de sumar todos los recursos disponibles para el festejo. Los que no pensaron que hacer, los del último minuto tienen siempre un lugar... es solo cuestión de procurarse una silla , colaborar con alguna botella o postre y  las ganas de festejar.
Por último entre, las  posibilidades "terrestres", entran también los grandes hoteles con terrazas o jardines, que con precios siderales proponen menús  muy sofisticados y bebidas a voluntad.  Suelen ser una buena idea para los turistas exquisitos que decidan sumarse al evento. Los demás turistas pueden optar por un picnic improvisado en algún canal o ser simpáticos y ganarse una invitación espontánea en una mesa callejera.

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