en Venecia usar máscara era tan común como ponerse un sombrero
una forma cotidiana, elegante, de ocultar la identidad en caso de prevista transgresión. Y no importaba la eficiencia del camuflaje, se podía ser igualmente reconocible, pero la precaución de estar " in máschera" era suficiente y otorgaba el permiso de anonimato necesario para darse al capricho
una verdadera válvula de escape para la vida en un espacio de dimensiones reducidas
y con una estructura social muy rígida... casi estática.
Tras siglos de sospechas de excesos y escándalos la infalible voz eclesiástica decidió limitar el tiempo del "carne vale" a un preciso período del año, el que antecede la cuaresma.
Este fin de semana llegarán aquí 160.000 personas esperando que los espectáculos previstos les otorguen una diversión enlatada de consumo rápido. Muchos se pintarán la cara o comprarán antifaces plásticos y disfraces coloridos embolsados en la China...
pero yo creo que serán muy pocos los que se permitirán el lujo de usar el paisaje como escenario
para divertirse... con una máscara que comunique al resto del mundo que dejan de ser quienes son al menos por un rato...
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