domingo, abril 24

cambio

Hace una semana que Venecia esta completamente invadida de turistas de todo tipo y nacionalidad . Los expertos de siempre dicen que el número inusual de "presencias" en la ciudad se debe a los cambios en el norte del Africa, a la crisis que obliga a tomarse mini vacaciones y bla bla bla. Son los mismos que se lamentan desesperadamente porque los turistas vienen solo a pasar el día, no contratan hoteles venecianos, rara vez entran a un restaurante, no compran vidrio de Murano, ni mascaras y no saben apreciar la oferta artística de la ciudad.
Yo veo las cosas de otra manera. Los comerciantes venecianos llevan demasiado tiempo menospreciando la capacidad de elección de los turistas. Los hoteles tiene muchísimo rigor en la actualización de precios y ningún cuidado en la mejora y renovación de los servicios. La ciudad se ha llenado de restaurantes que confían en capturar al turista despistado cobrando precios disparatados por menús típicos que salen de congeladores industriales y llegan a la mesa en manos de camareros eternamente malhumorados. El vidrio y las mascaras quedaron sepultados bajo toneladas de etiquetas de "made in china" y por los museos... cada vez que en la ciudad se propone algo de valor las colas se vuelven interminables. Posiblemente la gente ya se ha cansado de ver las Iglesias o ya las han visto o no les interesan los espacios inactivos que simplemente exponen el esplendor de su pasado en códigos  herméticos supuestamente cultos.
Desde siempre el mal trato al turista ha estado justificado por la tranquilidad de saber que TODOS quieren conocer Venecia, y no hacia falta cuidar nada porque..." aunque alguien se lamente detrás habrá cientos que quieren llegar". Y es cierto los cientos llegan pero ahora  llegan informados, traen mapas, itinerarios, anotaciones, , tienen hoteles periféricos y  saben cómo entrar y salir de la ciudad. Eligen un sandwich casero comprando en el supermercado antes que someterse al capricho de un ristorante tramposo, saben qué quieren ver y  pasan de largo ante los espejitos de colores de los souvenirs de siempre.
Creo que al turismo italiano le llegó la hora de cambiar, de quitarse el polvo de los años de una comodidad comercial que trataba al visitante como un rehén a someter en nombre del Arte .Pero sobretodo es tiempo de dejar de lado la idea del extranjero como un idiota que solo se tolera porque trae consigo bastante dinero. Una idea capaz de destruir la unica industria en condiciones crecer en este momento, en este paìs.
Venecia tiene todo lo necesario para evolucionar,es tan versátil que mantiene, desde hace siglos,la manía de adaptase al ritmo que corresponda, falta solo retomar el espíritu de bien generalizado sacarse los viejos disfraces y pensar en la calidad real de lo que una ciudad, única en su especie, es capaz de ofrecer.

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